21/3/10

La energía hidráulica

La energía hidráulica, obtenida a partir del agua de los ríos, supone un 7% del consumo mundial de energía primaria. Su origen es el Sol, pues éste inicia un ciclo que comprende la evaporación del agua, la formación de las nubes, las precipitaciones y la acumulación del agua de lluvia en embalses elevados. Las presas retienen el agua y con ello almacenan su energía potencial, hasta que, llegado el caso, el agua es liberada y en su descenso la energía potencial se transforma primero en energía cinética (al adquirir velocidad), a continuación en energía mecánica (al accionar una turbina) y por último en energía eléctrica (cuando la turbina acciona un generador).

Los paises que disponen de caudales fluviales abundantes y constantes obtienen amplios beneficios de la energía hidráulica, pues el agua dentro de un ciclo cerrado como éste se considera un recurso inagotable, cuyo uso además es gratuito. Como ventaja adicional, y frente a las dificultades técnicas que supone el almacenamiento de la electricidad (particularmente la producida con energía solar y eólica), la energía hidráulica sí se puede almacenar fácilmente; basta con no liberar el agua hasta que aparezca la demanda energética.

La generación hidráulica no se ve afectada por los días nublados o por las temporadas en las que no sopla el viento, pero sí es sensible a los ciclos meteorológicos de alternancia entre periodos húmedos y secos. Hay que tener en cuenta además que los embalses suelen emplazarse alejados de las grandes poblaciones, por lo que se requiere transportar la electricidad a través de grandes redes, costosas, y con importantes pérdidas asociadas. Por descontado, los embalses producen alteraciones en el entorno natural, erosiones, pérdidas de suelo fértil y modificación de cauces, entre otros impactos ambientales.

Con todo, incluso cuando las centrales hidráulicas requieren ingentes inversiones, y a pesar de ser cada vez más difícil encontrar emplazamientos adecuados, la energía hidráulica es hoy por hoy la fuente de energía renovable más empleada. A modo de ejemplo, sólo la presa de Itaipú, en Brasil, satisface el 15% de las necesidades energéticas de Brasil y el 95% de la demanda de Paraguay.

14/3/10

Fisión nuclear


La fisión es un proceso de rotura que experimentan ciertos átomos de gran tamaño, típicamente el Uranio (su masa es de 235 unidades, frente a las 56 del Hierro), originándose dos o más átomos más pequeños y otros subproductos.

La combustión, por ejemplo, es una reacción química donde interviene la corteza de los átomos (electrones) y se libera energía. La fisión, en cambio, es una reacción nuclear donde entra en juego el núcleo de los átomos (protones y neutrones), y donde se libera una cantidad de energía mucho mayor que en las reacciones químicas. Por este motivo, y por el hecho de no generarse CO2 en el proceso, son tan atractivas las centrales nucleares actuales.

El proceso de fisión se inicia mediante el bombardeo de un átomo de Uranio con un neutrón. El neutrón se incorpora al núcleo volviéndolo inestable, de modo que a continuación se produce la rotura y se forman dos átomos más pequeños y otros neutrones. Estos últimos neutrones, desprendidos a gran velocidad, colisionan con otros átomos de Uranio y producen más roturas y más neutrones, extendiéndose el proceso a un ritmo exponencialmente creciente -lo que se conoce como reacción en cadena-.

La reacción tal y como se ha descrito es incontrolable, y constituye el fundamento básico de la bomba atómica (Hiroshima y Nagasaki). Lo que se hace en las centrales nucleares es iniciar una reacción en cadena como la de la bomba atómica, pero empleando dispositivos capaces de absorber los neutrones desprendidos para que no se descontrole el número de fisiones. De esta forma se controla la reacción y la gran cantidad de calor desprendido en el proceso se emplea para generar electricidad "limpia".





6/3/10

Leyes de la Sostenibilidad (I)


1ª ley: Ni el crecimiento demográfico ni el incremento del consumo de recursos son sostenibles
Cualquier plan de desarrollo que no contemple entre sus objetivos el conseguir un crecimiento demográfico nulo acabará derivando en la insostenibilidad. Es más, toda lucha por la protección del medio ambiente es irrelevante a la postre si no se maneja el concepto de capacidad de carga y no se controlan los impactos de la población sobre el entorno.
Defender el crecimiento de la población equivale a respaldar la insostenibilidad, y aquéllos que sostienen que la sostenibilidad se puede alcanzar sin detener el crecimiento demográfico están engañándose a sí mismos y a los demás.

2ª ley: Cuanto mayor sea la población y/o el consumo de recursos, más difícil será trasformar esa sociedad en sostenible
Una población crece a un ritmo tanto mayor cuanto mayor sea la población misma, de modo que a mayor población, mayores serán los índices de crecimiento que será necesario amortiguar.

3ª ley: Una población determinada responde a un cambio en los índices de natalidad en el plazo de una vida humana (unos 70 años)
Si logramos cambiar ahora los índices de natalidad, veremos resultados a finales del siglo XXI.
El horizonte temporal de los líderes políticos está comprendido entre los 4 y los 12 años, aproximadamente.
Es muy difícil convencer a los líderes políticos para que actúen cambiando el curso de las cosas, cuando los resultados de tales actuaciones no se harán visibles en el transcurso de las vidas de dichos políticos.